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La célula madre y padre adquirió finalmente el poder de la extrapitramitosis. Todo era espectacular a su alrededor: los vintramolucitos la rodeaban excitados segregando a su paso el bendito moco de Partiaranás; las hermosas y rosadas células cambrifiíricas de linfúlitos plateados regalaban en sus libidinosas danzas a todos los presentes los secretos movimientos de sus membranas de lantra.