Un esbozo de un café francés, Edgar Degas, 1876.

Me gustaría hablarles de las mesas que aparecen en este hermoso cuadro del gran pintor francés Edgar Degas.

Esta obra maestra de la pintura fue pintada en 1876 con óleo sobre un lienzo de 68 x 92 centímetros. Es conocida con varios nombres: El Ajenjo, La Absenta, Los Bebedores De Absenta, La Bebedora De Ajenjo, y todas las combinaciones posibles con ajenjo, absenta, bebedora y bebedores. Originalmente se bautizó con el nombre de Un esbozo de un café francés y, posteriormente Figuras En El Café o En Un Café. El café en cuestión era el Café de la Nouvelle Athènes, uno de los antros preferidos de los artistas de la época. Finalmente en 1893, este óleo pasó a llamarse L’Absinthe.

En 1876, en una muestra colectiva de pintores impresionistas, los críticos de la época lo tildaron como «feo y repugnante» y, en una segunda exposición en Inglaterra, fue incluso abucheado por considerar que las personas en él pintadas, se supone que una prostituta y un artistilla bala perdida, eran «horriblemente degeneradas y groseras». En realidad se trata de dos amigos del pintor, los cuales posaron para él en el propio café. La mujer es la actriz Ellen Andrée, el hombre es el pintor y grabador Marcellin Desboutin. Ambos fueron conocidas figuras de la bohemia parisina.

Este cuadro es una joya y en muchos niveles. Entiendo que en cierta manera ataca a los fundamentos del impresionismo con su color poco saturado o con el uso de la línea como elemento constructor, dos características estas que sacan los pies del plato respecto a los rasgos de tal vanguardia pictórica. Además posee una composición innovadora, invitando al espectador a intuir parte de la escena fuera de los límites de la obra, ya sea por la profundidad que da el espejo que tienen los dos protagonistas a su espalda, ya por la mirada del señor barbudo fijada en lo que pasa en el café, completamente fuera de encuadre de la obra.

Copazo de absenta resuelto con mancha impertinente y churretosa.

Pero para poder llegar al motivo que me hizo escribir esta entrada, necesito contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué diantres es la absenta? Pues bien, la absenta es una bebida alcohólica muy fuerte de hasta 89,9º y de sabor parecido al anís. Se trata de una bebienda producida a partir de hierbas y flores, pero sobre todo de ajenjo. Esta especie de licor se convirtió en el XIX en la bebida nacional francesa, ya que los colocones con la misma, además de emborrachar de lo lindo, podían producir incluso alucinaciones. Una característica muy atractiva esta última para un período en el que no existía la tele, ¿no creen?

Hablemos ahora de las mesas, vayamos al meollo. Sitúense. Finales del siglo XIX. Etapa de gran crecimiento demográfico de París. Imagínense a una señorita proveniente de la Francia rural que llega a la ciudad atraída por la promesa de prosperidad. Pero la prosperidad no está asegurada, de hecho nunca llega.

Al poco se ve ejerciendo la calle. Para olvidar su realidad se empapa en absenta entre cliente y cliente. Sólo quiere alucinar, huir de su suerte.

Ahí la tienen sentada a una mesa sin patas, qué más da (¿no se habían dado cuenta de que las mesas del cuadro no tienen patas?). De una mesa sólo quieres un tablero que sirva de soporte. De una prostituta sólo se quiere su cuerpo, no es relevante su condición de persona. Su vida también es así, una mesa donde pones tus cosas, pasas un buen rato y después abandonas.

Esta mirada está muerta en vida.

Cuántos de ustedes comprueban cómo son las patas de las mesas que eventualmente usan. Presuponemos que tendrán patas. En el cuadro los tableros no se caen ya que son sostenidos por el propio límite del cuadro. Esto es una ley compositiva, la mente así lo entiende. Todo se sujeta desde fuera.

Algo similar a la carencia de soporte de dichas mesas ocurre con la señorita de la pintura, bebe y bebe para evadirse fuera de sus límites corpóreos. Su personaje se sostiene desde fuera. Mírenle la cara, realmente no está en esa cáscara. Su espíritu incluso ha abandonado el propio cuadro, pero ella sigue ahí. ¿A quién le gusta ser una mesa?

Pero la noche llegará como siempre llega a París. Y se poblará de nuevo de gente preparada para pasar un buen rato. Risas, cancán, euforia, lujuria, clientes, bullicio, dinero, otra botella de absenta más…

Esas Mesas Flotantes se publicó el 24 de octubre de 2008 bajo el nombre de Las Mesas Flotantes. El texto ha sido ligeramente alterado, quitando algunas ideas que ahora no logro encontrar en la percepción que tengo de la obra. Originalmente también se acompañó al artículo de un vídeo de cuatro bailarinas de cancán de un filmado de la época mudo.

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