Bloguero

¿Cómo se crea Puyahumana?

Recuerdo que de niño me encantaba contemplar a mi hermano mayor mientras dibujaba. Era fascinante observar cómo los dibujos se iban formando delante de mis narices como por arte de magia. Y es que en realidad estamos hablando de magia. El trasvase de ideas, de personajes o de objetos, directamente de un cerebro humano al papel es, simplemente, magia. ¿No lo piensan así?

También recuerdo que no solía callarme, aquella cabecita siempre en ebullición. Una pregunta sobre el dibujo, una observación sobre C3PO, o hasta una tesis sobre el funcionamiento de la adherencia de Spiderman a las paredes y al techo. Cualquier ocurrencia servía para despresurizar la mente de ese niño mientras disfrutaba sentado en una silla durante horas y horas atento a la magia.

Es propio de la condición humana el contemplar y así tratar de comprender cómo se hacen las cosas, un proceder que está guiado por la curiosidad que suscita la novedad y por la fascinación de aprender observando. En ese lateral en el que yo me encontraba de niño sin perder puntada de cómo se realizaba un dibujo es, en cierto modo, donde se encuentran ustedes ahora. Desde ahí, más de una vez, podrán observar el proceso de creación en Puyahumana.

Hay que señalar aquí que en un blog no sólo hay espacio para la obra acabada, también lo hay para los bocetos, para las nuevas ideas, para las posteriores correcciones o incluso para esas chispas que encenderán tales empresas creativas.

Por último, en un blog no podemos dejar de lado al elemento más importante de su naturaleza: El lector. En mi caso: El paciente lector. Multitud de personas en el lateral de esa especie de mesa virtual contemplando y comentando qué les parece lo que ven o quizás simplemente charlando sobre C3PO o sobre la adherencia de Spiderman a las paredes y al techo. Comenten lo que deseen, por favor, les prometo que en esta casa de ceros y unos no nos comemos a nadie. Recuerden que el único motivo para que Puyahumana exista reside en ustedes.

En fin. Una vez dicho lo que tenía que decir, concluyo esta especie de manifiesto con un intento de darle un poco de solemnidad. Por favor, permítanme asentar mis intenciones en un juramento churretoso de esos que no tienen trascendencia. Pero que sí la tiene:

Juro por los textos sagrados del onanismo mental que estoy deseoso de empujar esta nueva etapa puyahumanística allá donde ella me permita llegar. Sólo espero que disfruten de Puyahumana como yo lo hacía de niño viendo dibujar a mi querido hermano. Gracias. Y amén.

Y como premio por haber llegado hasta aquí, por haber engullido este ladrillo lleno de letras, les quiero obsequiar con un humilde cómic en la línea de esos programas televisivos tan entretenidos titulados «¿Cómo puñetas lo hacen?», o algo así.

Déjenme mostrarles el corazón de la cocina del onanismo mental. El secreto más bien guardado de Occidente: ¿Cómo se crea Puyahumana?