Bestiario

Siempre me fascinó la Mitología. Desde muy temprana edad mostré gran interés por este tema gracias a una enciclopedia mitológica del mundo clásico que andaba dando volteretas por casa. Muy a mi pesar perdí la pista de tan espléndido libro, una verdadera pena. Si hoy lo encontrara seguramente me casaría con él.

Tal dominio sobre el tema supongo que me regalaría un cierto halo de repelencia, pues conocía casi a la perfección (la perfección no existe) todos esos antiguos y fabulosos mitos, además de los nombres de cada uno sus protagonistas en su versión tanto griega como latina. A qué negarlo: Yo fui un niño repelente. Un infante rarito de esos a los que se les acaba diciendo: «¡Fuera, bicho!».

Como la Mitología clásica se me quedó chica, pronto salí a explorar otras mitologías que fueron cayendo por este orden (más o menos): nórdica, japonesa, del África negra y finalmente china. Todas ellas fueron escudriñadas en diferentes fuentes como buenamente podía. Antes, cuando no había internet, todo era más artesanal y la adquisición de conocimientos casi tenía la misma satisfacción que encumbrar el Everest. Ahora sin duda alguna es más fácil y la dificultad estriba en corroborar la veracidad de los datos que se encuentran. También tiene su encanto, ¿no creen?

Posteriormente, ya de mozalbete, leí Las Mil y Una Noches, colosal libro también plagado de fabulosas criaturas que hicieron volar mi imaginación por altas cotas. Pero no fue hasta más tarde, en mi añorada época como bellartista, cuando cayó en mis manos el bestiario de Jorge Luís Borges titulado El Libro de los Seres Imaginarios. Sin tan siquiera sospecharlo, fue entonces cuando cristalizó el concepto de este grupo de historias fantásticas de Puyahumana que torpemente les intento presentar en este artículo.

Esta obra del inigualable escritor argentino posee recuerdos entrañables que guardaré como oro en paño a lo largo de mi recorrido vital. ¿Que cuál es el motivo de ese amor?, muy sencillo, este libro fue el tema motor para dar una razón a un puñado de alocados universitarios de Bellas Artes para montar una exposición plagada de piezas que se inspiraran en cualquiera de las criaturas que en sus páginas residen. Tristemente la exposición no se llegó a realizar nunca, a pesar de haber acumulado un número considerable de interesantísimas obras.

Como se me quedó clavada tan dolorosa espinita en mi corazón, entiéndanme por favor, en cuanto caí en las redes del universo bloguero no lo pensé ni tan solo un segundo. Hice nacer esta colección. Esta vez los seres son paridos de mi puño y tecla. A quién quiero engañar, en realidad sigo siendo igual de repelente que antaño, ¿qué le vamos a hacer?

Espero que les guste este muestrario que les iré presentando poco a poco, tacita a tacita, deseo que les resulte grata su lectura y les sirva de inspiración y/o descanso mental en el siempre duro día a día moderno.

La categoría Bestiario acompañó a Puyahumana desde sus comienzos, allá por el lejano abril de 2008.

 

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