En las sombras vive un gato que se alimenta de las purulencias de las almas heridas de los hombres. Este felino es muy beneficioso, ayuda a sanar las dolencias de los espíritus humanos. La dieta de este extraño ser está formada principalmente por tumores de la vanidad, coágulos de la envidia y pústulas del embrutecimiento. Mientras se alimenta produce un lento pero persistente dolor, el enfermo puede así localizar los pensamientos y sentimientos afectados y tratará a toda costa, con tal de evitar los agudos mordiscos del animal, de resarcir sus errores de manera activa.
La costumbre a este dolor, por el contrario, es nefasta, pues produce falta de escrúpulos, principal causa de la necrosis espiritual. Llegados a este punto, y al no ser gusto de su apetito, el gato deja de comer y abandona al enfermo. Finalmente, éste va perdiendo la condición humana hasta transformarse en un demonio de tierra.
Una persona normal suele tener media docena de estos animales comiendo de sus miserias. Los santos no necesitan de los servicios de estos gatos, aunque sí suelen disfrutar de su compañía para tomar té. No confundir el malestar anímico que producen las costumbres culinarias de este fabuloso animal con los dañinos y dolorosos ataques de el cuco de los errores ajenos, la sanguijuela de la alegría o el susurrador de las sombras.
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