Encuentran pruebas de la existencia de una nueva especie con rasgos humanoides en el Pernambuco brasileño.
Fruto de los estudios realizados por Hermann Kaiser, doctor de la Universidad de Antropología de Berlín (Berliner Universität für Anthropologie), se ha podido evidenciar la existencia de una nueva especie antropomórfica emparentada con el hombre.
El pasado mes de febrero en Berlín se presentó a la comunidad científica internacional, causando gran asombro, el tratado «Morfología y hábitos del Mamelo, el hombre topo» (Morphologie und Gewohnheiten von Mamelo, dem Maulwurfsmann). En este estudio encontramos la siguiente revelación: estos humanoides comparten nuestra línea evolutiva, pero en cierto punto se separaron de ella, alejándose de los espacios abiertos para adentrarse en las profundidades de la tierra.
Se trata de unos seres subterráneos, omnívoros, de extremidades cortas pero dotadas de enormes manos y pies, casi ciegos, de piel amoratada, cara hocicuda, y cubiertos en su espalda por una tupida capa de pelo. De hábitos furtivos, son casi imposible de ver ya que salen a la superficie en raras ocasiones y siempre de noche.
Son bien conocidos por los indígenas, leyendas del lugar los describen como espíritus nocturnos de la Tierra. Varios son los nombres que se les atribuyen: Mamelo, Parayalá, Paparayá o Menino da Terra. En realidad pocos han sido los privilegiados que han divisado uno, el avistamiento de un ejemplar siempre se ha considerado como presagio de un año de bonanza.
Se acabó el misterio.
Gracias a los avances técnicos en el campo de la vigilancia en los últimos tiempos, se les han podido tomar diversas imágenes con cámaras ypsilon; sondear sus enmarañadas madrigueras con ecografías del subsuelo y escuchar sus sonidos mediante sofisticadas técnicas de resonancia magnética, acabando así para siempre con años de anquilosada superstición.
De este modo el Dr. H. Kaiser destaca: «Nos encontramos ante un gran descubrimiento para la Humanidad a todos los niveles, no descarto la posibilidad de la existencia de una civilización subterránea de estos parientes lejanos. Sea como fuere, los datos con los que hoy contamos sólo nos dejan ver la punta del enorme iceberg (…) no olvidemos que hablamos de seres inteligentes, capaces de vivir socialmente, comunicarse, sentir… Es necesario conocer a estos vecinos del subsuelo».
En busca de una alianza entre especies.
El optimismo derramado por el doctor Kaiser quizás sea fiel reflejo del entusiasmo que el Pentágono ha puesto en los estudios del doctor germano financiando sus futuras investigaciones sobre el tema. El responsable del Departamento Científico del Pentágono, Richard Roberts, comenta: «No concibo la idea de haber estado compartiendo la Tierra con otros seres inteligentes sin habernos presentado. ¿Quién sabe?, lo mismo se podrían convertir en unos magníficos aliados, por no hablar de la gran ayuda que nos podrían proporcionar en el campo de la minería».
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